miércoles, 29 de agosto de 2012

¿Dónde estaba Pink Floyd cuando el hombre llegó a la Luna?


Tras el triste fallecimiento de Neil Armstrong hace unos días, se han vuelto a recordar detalles de la increíble odisea del Apolo 11. Yo no había nacido todavía, pero entre los que ya estaban aquí es muy habitual hacerse la clásica pregunta: ¿dónde estabas tú aquel día?

Eso mismo hizo un periódico con David Gilmour, el guitarrista de Pink Floyd, y su respuesta, como seguidor del grupo, me ha sorprendido. Resulta que Pink Floyd formó parte de la cobertura de la BBC de aquel histórico acontecimiento, y estuvo actuando en directo en un programa que se emitió después del alunizaje del Eagle y que consistía en entrevistas con científicos en plató, además de información y sketches.  El programa se llamó "But what if it is made of green cheese".

Así que allí se plantó Pink Floyd con su formación clásica (Rogers, Gilmour, Wright, Mason; ya sin Barrett, que había abandonado definitivamente el grupo unos meses antes) para amenizar la velada. Abrieron el programa improvisando un blues instrumental que se escuchó de fondo, mientras se recitaban citas y poemas sobre la Luna. Más tarde, el grupo tocaría el tema completo, que hoy se conoce como Moonhead o también a veces Trip on Mars.

La canción tuvo más bien poca trascendencia en la discografía de Pink Floyd: no se incluyó en ningún disco oficial y sólo se conocen un par de conciertos donde la tocaron (Birmingham y Gotemburgo, en 1970), aunque sí aparece en dos oscuros discos piratas, With/Without y Wavelenghts. Un fan se encargó de recuperarla, añadirle las imágenes (que, por cierto, no corresponden a la misión del Apolo 11; yo diría que son del Apolo 17) y subirla a Youtube. El propio Gilmour confirmó en su blog que el tema que tocaron aquella histórica noche es el que aparece en el vídeo.

Qué tiempos aquellos en que estas cosas pasaban en televisión...

domingo, 26 de agosto de 2012

Adiós a Neil Armstrong



Así posaba Neil Armstrong ante la cámara de Buzz Aldrin en el módulo lunar, después de su histórico paseo por el Mar de la Tranquilidad un lejano 21 de julio de 1969. Y así pienso recordarlo, ahora que ya no está entre nosotros: sonriente, satisfecho por el deber cumplido, casi emocionado. Porque ayer, 25 de agosto de 2012, murió el primer hombre en pisar la Luna. O lo que es lo mismo, el primer hombre en pisar otro mundo más allá del nuestro. Casi nada. 


Neil Armstrong nació en Ohio en 1930, estudió ingeniería aeroespacial con beca de la armada desde 1947, e inició su servicio como piloto de la armada estadounidense en 1949. Después de la instrucción, entró en acción en la Guerra de Corea, donde realizó 78 misiones de combate. Regresó a su país para terminar la carrera y solicitar un puesto de piloto de pruebas en la NACA y luego en la NASA. Pasó a formar parte del segundo grupo de astronautas en 1962 y figuró entre la tripulación de reserva de las Gemini 5 y 11, además de ser comandante de la Gemini 8. Frío y calculador, se ganó el respeto de sus superiores con varias actuaciones al límite. Por fin, tras desempeñar labores de asistencia en tierra para la misión Apollo 9, le llegó la oportunidad de su vida con el Apollo 11Fue también su último vuelo. Luego trabajó en los informes de la Apollo 13 antes de abandonar la NASA en 1971 para dedicarse a los negocios y la formación. Años después, formó parte de la comisión que investigó la pérdida del transbordador espacial Challenger en 1986. 

Algunas personas se convierten en leyendas cuando mueren. Neil Armstrong no. Él ya lo era desde el momento en que pisó la Luna y volvió para contarlo.

La tripulación del Apolo 11. De izquierda a derecha,
Neil Armstrong, Michael Collins y Buzz Aldrin.

Todos conocemos la famosa frase que pronunció Neil Armstrong al poner el pie en la Luna: "Un pequeño paso para un hombre, pero un gran salto para la humanidad". Yo me quedo con otra que dijo al poco de concluir con éxito su misión como comandante del Apolo XI. Cuando estaba en la Luna "de repente me di cuenta que aquel diminuto guisante, precioso y azul, era la Tierra. Levanté el pulgar de una mano y cerré un ojo, y mi pulgar tapó nuestro planeta. No me sentí como un gigante. Me sentí muy, muy pequeño.

Gracias por haber sido tan grande.

FUENTE:
Astronáutica, de Giles Sparrow. Ediciones Akal, 2008.

miércoles, 22 de agosto de 2012

Y de beber, agua radiactiva


Más de un siglo después de su descubrimiento, hoy en día somos muy conscientes de los peligros de la radiactividad. Pero a principios del siglo XX, apenas se empezaban a conocer sus propiedades. Y siempre hay alguien que, en estas situaciones, intenta aprovecharse de la ignorancia de los demás en beneficio propio y en nombre de la ciencia. De otra manera no se podría explicar la existencia de Revigator, un producto que mejoraba la salud de todo aquel que lo tomara ¡gracias a su agua radiactiva!


Pues sí, Revigator consistía en una vasija de cerámica con capacidad para dos galones –es decir, algo más de siete litros y medio- y que contaba con un dispensador al estilo de los barriles de vino. En su interior, la jarra tenía un baño de carnotita, un mineral de uranio que emitía radio como producto de desintegración del primero. (El uranio y el radio son ambos elementos radiactivos, con la pequeña diferencia que el radio es un millón de veces más potente que el uranio.) El “invento” –dicho con toda la ironía- fue patentado en 1912 por R. W. Thomas, y fabricado por Radium Ore Revigator Co., que vendió miles de ellos durante las décadas de 1920 y 1930. Y eso que no lo regalaban precisamente: cada unidad costaba 29,50$ de la época.

Las instrucciones de uso eran bien sencillas. Cada noche, antes de acostarse, el usuario debía rellenar la jarra y dejar que el uranio volviese radiactiva el agua. Al día siguiente, y después de que hubiese reposado toda la noche, el mejunje ya estaba listo para tomar. Así se explicaba en el lateral de la vasija: “Llene el tarro cada noche...Beba sin límites cuando esté sediento y al levantarse o acostarse, una media de seis o más vasos diarios.” Este tratamiento era capaz de curar una amplia gama de enfermedades, desde artritis hasta senilidad, pasando por flatulencias.


Huelga decir que todo esto no eran más que patrañas. Es cierto que hay una radiación procedente de la naturaleza y que todos recibimos a diario: el potasio de las rocas y el suelo, el radiocarbono del aire, el uranio y el torio naturales. El radón, un gas radiactivo, se filtra a la superficie procedente de las entrañas de la Tierra. Asimismo, recibimos una cantidad importante de radiación de origen espacial, rayos cósmicos que provienen de la violenta explosión de estrellas lejanas llamadas supernovas. Pero una cosa son esas pequeñas dosis de radiación natural, que en principio son inocuas, y otra muy distinta es beber agua enriquecida con radio.

Además, modernos análisis de las jarras de Revigator han encontrado en ellas trazas de otras sustancias tóxicas, como plomo y arsénico. El arsénico puede causar cáncer y el plomo puede provocar graves daños al sistema nervioso, urinario y reproductivo. Lo más probable es que una proporción importante de los usuarios de Revigator desarrollase a medio y largo plazo enfermedades cancerígenas derivadas del uso de este aparato.

Por desgracia, hubo que esperar al caso de Eben Byers para que la sociedad abriese los ojos. Byers era un famoso millonario del acero de los ferrocarriles, aficionado al deporte y campeón de EEUU de golf amateur. A finales de la década de 1920, empezó a beber agua radiactiva de un producto llamado Radithor, unas ampollas individuales de agua previamente expuesta a una fuente de radio y torio. Entre 1928 y 1930 se bebió una media de más de dos botellas al día, lo que hizo un total de cerca de 1.400 botellas. Los efectos no tardaron en aparecer, y apenas dos años más tarde murió trágicamente, con evidentes signos de haber sufrido un envenenamiento por radio. Fue entonces cuando la Asociación Médica Americana decidió tomar cartas en el asunto y prohibió cualquier tipo de radiación salvo aquellas prescritas por un facultativo. Eso no sólo incluía esta clase de bebidas, como Revigator o Radithor, sino a otros productos que habían proliferado con la fiebre radiactiva, como pasta de dientes,  chocolate y hasta supositorios.


Todo esto nos parece un disparate, pero ni siquiera en la actualidad, a pesar de los evidentes avances científicos de las últimas décadas, estamos libres de situaciones similares. En Internet sigue habiendo demasiados “productos milagrosos”, basados en pseudociencias como la homeopatía, que nos prometen aquello que no pueden cumplir, jugando con nuestros deseos de mejorar nuestra salud y dejando de lado la ciencia.

NOTA: Esta entrada participa en la XVII Edición del Carnaval de Química que organiza Nahum Chazarra en su blog Un geólogo en apuros.

FUENTES:
  1. La cuchara menguante, de Sam Kean. Ariel, 2011.
  2. Física para futuros presidentes, de Richard A. Muller. Antoni Bosch, 2009.

sábado, 18 de agosto de 2012

Greg Dunn, las neuronas y el arte japonés


Greg Dunn es doctor en neurociencia por la Universidad de Pennsyvania y amante del arte japonés, especialmente del periodo Edo. Aunque puedan parecer incompatibles, Greg ha conseguido aunar sus dos pasiones en una sola. Pinta al estilo de los antiguos maestros japoneses, con tinta y sobre grabados dorados, sólo que en vez de árboles, flores y animales, él ha encontrado la inspiración en las neuronas que conoce tan bien.



Además del arte japonés, como él mismo ha reconocido, también se aprecia la influencia de figuras fundamentales de la neurociencia de principios del siglo XX, como Santiago Ramón y Cajal. (Si tienes acceso online a la revista Nature, no te pierdas el artículo sobre el maestro Viewing the brain through the master hand of Ramon y Cajal. Si no, puedes ver aquí y aquí un par de imágenes significativas del artículo en cuestión.)



El caso es que debe irle muy bien, porque ahora mismo ha abandonado a la ciencia y se dedica por completo a su arte neuronal, aunque confiesa que todavía sigue leyendo las revistas científicas en su tiempo libre. Algo así como el mundo al revés. 





Puedes encontrar más grabados, pergaminos y hasta biombos en su página web.

jueves, 9 de agosto de 2012

Primera imagen en color de Curiosity

Crédito: NASA/JPL-Caltech/Malin Space Science System

Apenas unas horas después de su exitoso aterrizaje, durante el primer día marciano de operaciones (lo que los expertos llaman Sol 1), el vehículo todoterreno Curiosity envió la primera imagen en color de su entorno. En ella se muestra el borde norte del cráter Gale, donde destaca la montaña de 5.000 metros conocida informalmente como monte Sharp. Ésa es precisamente la zona que explorará Curiosity y que se encuentra, según los cálculos, a una distancia de 6,5 kilómetros del lugar del aterrizaje, aunque el camino que tendrá que recorrer el vehículo todoterreno para llegar a su objetivo no será tan recto, pues está estimado en unos 12 kilómetros.

La imagen fue tomada por uno de los instrumentos de Curiosity llamado Mars Hand Lens Imager (MAHLI), una cámara montada en el brazo articulado del vehículo explorador. MAHLI está diseñada tanto para obtener primeros planos de las rocas de la superficie como para conseguir planos generales del paisaje marciano, ya que puede enfocar desde una distancia mínima de 2,1 centímetros hasta el infinito.

MAHLI, comparado con una
navaja multiusos de menos de 10 cm.

(Crédito: Malin Space Science System)

La imagen del cráter Gale parece borrosa a causa del polvo acumulado en la cubierta transparente que protegió a MAHLI durante la maniobra de aterrizaje. Los científicos tienen previsto quitar la protección cuando prueben el brazo robótico la próxima semana. Mientras tanto, el brazo se encuentra plegado y recogido en el vehículo explorador, con la cámara mirando hacia afuera. En esta posición, el encuadre de MAHLI se encuentra inclinado unos 30º con respecto a la horizontal, como se puede apreciar en la imagen original.

De momento, lo importante era comprobar que el mecanismo de enfoque de MAHLI funcionaba correctamente, pues no se había utilizado desde el lanzamiento de la MSL el pasado mes de noviembre. Y lo que es enfocar, lo hace de maravilla. 

martes, 7 de agosto de 2012

El aterrizaje de Curiosity, visto desde la MRO


Es una imagen increíble e histórica. La Mars Reconnaissance Orbiter (MRO), que estuvo escuchando las transmisiones de la Mars Science Laboratory (MSL) durante su aterrizaje el pasado 6 de agosto, fue también capaz de captar a la sonda espacial cuando se encontraba a unos tres kilómetros sobre la superficie marciana, poco antes de que el módulo de descenso, junto con el vehículo todoterreno Curiosity, se separasen del resto de la sonda, a sólo un minuto de completar los llamados “siete minutos de terror”.


La imagen fue tomada cuando la MRO se encontraba a 340 kilómetros de la MSL, gracias a la cámara HiRISE (High-Resolution Imaging Science Experiment), un telescopio reflector de 0,5 metros de diámetro que permite obtener imágenes con una resolución por encima de los 0,3 metros, diferenciando objetos de 1 metro de diámetro (aproximadamente un balón de playa).

Como se explica en este artículo en la web de HiRISE, el paracaídas, un auténtico prodigio de la ingeniería capaz de soportar 30.000 kg, "parece estar completamente desplegado y funcionando a la perfección. Algunos detalles del paracaídas como la franja hueca en los bordes y el agujero central se aprecian claramente en la imagen." Los cables que conectan el paracaídas con el armazón trasero no se ven, seguramente debido a que están fabricados con un material llamado Technora, que es de color oscuro. 

En la fotografía original se puede apreciar que la MSL aparece desplazada a la izquierda de la imagen, lo que indica que la sonda pasó ligeramente más al este de lo esperado y estuvo cerca de salirse del encuadre.


Ayer, cuando empecé a escribir esta entrada, no estaba claro si en este momento del aterrizaje la MSL se había desprendido ya de su escudo térmico. Pues bien, resulta que hoy me encuentro que, al analizar detalladamente la imagen original, el equipo de la MRO ¡ha encontrado también el escudo térmico después de haber sido expulsado por la MSL! Tremendo.



Reflexionemos sobre todo esto un momento. Una sonda espacial (MRO), programada varios días antes para sobrevolar la zona, fue capaz de captar a otra sonda (MSL), totalmente autónoma, en su complicada maniobra de aterrizaje sobre la superficie de un planeta que se encuentra a decenas de millones de kilómetros de distancia de nosotros. Sencillamente maravilloso. Si esto no supone un espaldarazo para la exploración espacial, entonces no hay nada que hacer.

P.D. - No es la primera vez que la MRO obtiene una imagen semejante. Ya en 2008 captó el descenso en paracaídas de la Mars Phoenix Lander.


Crédito de todas las imágenes: NASA/JPL

lunes, 6 de agosto de 2012

Curiosity ya está en Marte

Pues sí, después de todo los llamados “siete minutos de terror” no fueron tales, y la maniobra de aterrizaje más compleja en la historia de la exploración espacial fue un completo éxito. A las 5:39 UTC del 6 de agosto de 2012, el vehículo explorador Curiosity llegaba a Marte y el ingeniero de la NASA Allen Chen pronunciaba las palabras que todos estábamos esperando: “Touchdown confirmed”.


Y aquí está la prueba, una de las primeras imágenes tomada por el todoterreno en el cráter Gale, gracias a una de las cámaras gran angular Hazcam en blanco y negro, situada en la parte trasera izquierda del vehículo. La imagen se ha obtenido después de retirar la cubierta que protegía las cámaras durante el aterrizaje, a pesar de lo cual se pueden apreciar motas de polvo en el objetivo.  

La cámara mira directamente al Sol, por lo que la parte superior de la imagen está quemada. La luz solar es también la responsable de esas líneas que aparecen justo en el borde de arriba. Por lo demás, destaca en la parte inferior derecha una de las seis ruedas del vehículo, hechas de aluminio y de medio metro de diámetro, que aparentemente se encuentra en buenas condiciones.

Siguiendo con el plan previsto, las primera imágenes del vehículo todoterreno está obtenidas a baja resolución. A finales de semana se espera que Curiosity empiece a enviar imágenes más grandes a todo color, cuando se despliegue el mástil del vehículo explorador, que contiene cámaras de alta resolución. Para entonces, los ingenieros habrán tenido tiempo de comprobar si los diez instrumentos que lleva a cuestas el todoterreno se encuentran en perfecto estado después del aterrizaje. Y si todo va bien...¡a explorar! Esto es sólo el principio de una fascinante aventura.

Fuente y crédito de la imagen: NASA/JPL

miércoles, 1 de agosto de 2012

Curiosity, el aterrizaje

(Fuente)

Después de recorrer más de 500 millones de kilómetros desde su lanzamiento el pasado mesde noviembre, se acerca el momento de la verdad para la misión Mars Science Laboratory (MSL): el aterrizaje en Marte del todoterreno Curiosity en la madrugada del próximo lunes, 6 de agosto de 2012.

Se trata de una maniobra extremadamente compleja y arriesgada, que empezará cuando la sonda espacial donde viaja el todoterreno atraviese la tenue atmósfera marciana a 21.000 kilómetros por hora, protegida por el enorme escudo térmico de 4,5 metros de diámetro (más grande incluso que el de las naves Apolo, de 4 metros). El rozamiento con la atmósfera calentará el escudo a más de 1500ºC y frenará la caída de la sonda hasta la siguiente fase del descenso. Esto ocurrirá cuando la sonda se encuentre a unos 11.000 metros de altura de la superficie, a la todavía considerable velocidad de 450 kilómetros por hora, momento en el cual se abrirá el gigantesco paracaídas de más de 16 metros de diámetro, capaz de soportar 30.000 kg. El ya inútil escudo térmico se desprenderá de la sonda, y éste empezará a buscar su objetivo a los pies del monte Sharp, en el interior del cráter Gale, gracias a su radar de aterrizaje.

La última etapa, que conducirá al todoterreno a la superficie marciana, será la más delicada de todas. Hasta la fecha se han utilizado dos estrategias distintas en los aterrizajes en el planeta rojo. Los históricos Viking 1 y 2 y el Mars Phoenix Lander llegaron a Marte con retrocohetes para frenar y plantarse en el suelo sobre sus propias patas. En estos casos, los robots no estaban preparados para desplazarse, pues carecían de ruedas, y sus robustas patas fueron diseñadas para absorber el impacto. En las tres ocasiones posteriores-el Sojourner de la misión Mars Pathfinder en 1997, y los gemelos Spirit Opportunity en 2004-, los todoterrenos aterrizaron en la superficie marciana envueltos en globos a modo de airbags, y rebotaron en el suelo hasta detenerse. Una vez desinflados los airbags, se abría la plataforma donde iba plegado el todoterreno para que éste empezara a rodar por el planeta rojo. Debido principalmente al enorme peso de Curiosity - casi mil kilos, cinco veces más que sus predecesoras Spirit y Opportunity-, no se puede utilizar el método de aterrizaje con airbag, porque apenas hay distancia para frenarlo. Y tampoco se puede acercar mucho a la superficie con los retrocohetes en marcha, ya que la enorme polvareda que se levantaría podría dañar el delicado instrumental que lleva Curiosity.

Por todo lo anterior, se ha desarrollado un sistema de aterrizaje completamente nuevo y revolucionario, capaz de depositar suavemente a Curiosity sobre la superficie del planeta rojo si todo sale bien. Conocido como Sky Crane ("grúa celestial"), este sistema combina ocho retrocohetes en el módulo de descenso junto con varios cables de nylon anclados al todoterreno. Los cohetes de frenado entrarán en acción cuando Curiosity se encuentre a 1,6 kilómetros de su objetivo y el módulo de descenso se haya desprendido del paracaídas. Una primera maniobra alejará al módulo del paracaídas, pues de lo contrario se correría el riesgo de enredarse en él. A unos 20 metros del suelo, y a una velocidad de menos de un metro por segundo, entrará en acción el Sky Crane: el todoterreno se separará del módulo de descenso y quedará suspendido por los cables hasta tocar la superficie de Marte. En ese momento, el sistema de control notará la pérdida de tensión de los cables y los liberará al instante. El todoterreno descansará por fin en suelo marciano, mientras que la nave se elevará y se alejará de allí para no dañarlo.


El desafío es doble. Por un lado, porque la técnica Sky Crane y la etapa de descenso no se han probado en un ensayo real, principalmente por falta de presupuesto. Es muy complejo simular las condiciones marcianas en la Tierra, donde la gravedad y la atmósfera son diferentes. Al menos, los cientos de ensayos en el túnel de viento y las simulaciones de ordenador han dado confianza a los expertos de la misión.

Por otro lado, la nave tendrá que realizar toda la maniobra de aterrizaje por su cuenta y riesgo. El tiempo que tarda una señal en recorrer la distancia que separa Marte y la Tierra es de casi catorce minutos, lo que impide que los científicos puedan guiarla a distancia. De hecho, la MSL recibirá la última orden del equipo de la NASA dos horas antes del aterrizaje. Y cuando llegue a la Tierra la señal de que la sonda ha entrado en la atmósfera marciana, en realidad Curiosity ya estará sobre la superficie del planeta rojo.

En total, la maniobra de entrada, descenso y aterrizaje apenas durará siete minutos, en los que todo debe funcionar a la perfección para que la misión sea un éxito.